Isabel fue una laica
japonesa inscrita a la Milicia de la Inmaculada, nacida en 1929 y muerta en
Tokyo, el 23 de enero de 1958, en el pueblecito de Arinomachi, donde había
elegido vivir desde el 1950.
Isabel provenía de una familia no cristiana, pero en 1948 pidió ser bautizada. Su
conversión se debe a una experiencia especial que vivió ante una imagen de una
Inmaculada de Lourdes. Ella en alguna ocasión entró en una iglesia católica
junto con una amiga y estando allí a los pies de Nuestra Señora tuvo una luz
especial que marcó toda su existencia. Ella misma lo describe así. “Era la
primera vez que veía una imagen de nuestra Santísima Madre. Impulsada, no sé
por qué, a entrar en esa iglesia, me quedé mirando fijamente esa estatua,
sintiendo dentro de mí la presencia de una fuerza muy atrayente que no sabría
explicar”.
En la vida de Isabel Satoko un hecho determinante fue el
haber conocido al franciscano Conventual Zenón Zebrowski amigo y discípulo del
padre Kolbe, que tras compartir con él en Niepokalanow se va a la misión de
Japón a colaborar allí también con el apostolado franciscano y mariano. Viendo
el servicio que este fraile prestaba a los niños en un Japón azotado por la
pobreza después de la II guerra mundial, decide mudarse a un barrio muy pobre
donde trabajaban los hermanos franciscanos para dedicarse allí a cuidar de los
niños desamparados. El barrio se llamaba ciudad de las hormigas, porque en él
habitaban grupo de traperos que por su incansable trabajo parecían hormigas.
Antes de morir, tras padecer tubercolosis al igual que el
padre Kolbe, tiene que abandonar la ciudad de las hormigas por motivos de
salud, estando lejos de ellos se entera de que las autoridades quieren acabar
con esa labor y envía una carta a su antiguos colaboradores y un rosario con
estas palabras: “[Este rosario] Está bendecido por el Papa. Pase lo que pase no
se desanimen. Yo estaré rezando a ‘María sama’ (la Virgen María) hasta que
vuelvan. Junto con ese rosario, pongo en manos del Señor mi vida, esa vida que
he recibido de Él en depósito”.
Ella con su ejemplo nos enseña que los auténticos caballeros
de la Inmaculada son los que entregan su vida al servicio de los hermanos más
necesitados. Que interceda desde el cielo por todos sus con-milites para que
sepamos dar gloria a Dios de la mano de la Inmaculada con nuestro servicio a
los pobres.
En Junio de 2015 el
papa Francisco declaró sus virtudes heroicas y ahora estamos a la espera de un
milagro por su intercesión para que sea canonizada.
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